lunes, 9 de noviembre de 2009

Cuando el sol y la luna aparecen… (Ana Espinoza, 22)


Este cuento trata de la historia un poco complicada de dos enamorados, ella es una sirena y el un ser humano. Ya se imaginaran cual es la mayor complicación aquí.

Esta historia empieza un día en el que Daniel, un surfista decide ir a surfear.

Era un Miércoles por la mañana, habrán sido las 7 o 7:30 por muy tarde, cuando Daniel tomo su tabla, se recostó boca abajo sobre ella y se dio un fuerte impulso con las manos alejándose de la orilla de la playa. El vio una ola venir, se preparo se recargo en sus manos y dio un impulso que lo puso de pie, la ola estaba cada vez mas cerca de Daniel, y al estar a unos dos o tres centímetros de la ola, se puso en posición y recorrió toda la ola hasta que se termino. Se acostó bocabajo de nuevo y se quedo ahí, unos tres minutos, viendo el amanecer, y en ese momento escucho una voz angelical, Daniel comenzó a buscar desesperadamente hasta encontrar a esa mujer quien con su voz lo enamoró. Era una hermosa mujer, con cabello castaño muy claro casi dorado, tenia una nariz finita y unos ojos muy claros, no se alcanzaba a percibir si eran azules o verde aqua, tenia un bikini color violeta. El se quedo impactado con la belleza de esta mujer, el calculaba que ella tenia unos 16 o 17, Daniel tenia 19.



Daniel se preguntaba que hacia una joven tan bella sola, tan temprano en el mar , así que decidió preguntarle…



-Disculpa ¿Te encuentras bien? – Dijo Daniel.

Ella no contesto… hasta unos dos o tres segundos después. – Si estoy muy bien gracias, lo que pasa es que me gusta mucho ver el amanecer. Dijo ella.

- Pero, ¡¿sola?!

- Si, normalmente vengo en las mañana a verlo, pero hoy decidí venir a este lado de la costa.

- Si, me imagine, ya que no te había visto por acá.



Así ella y Daniel estuvieron platicando por un rato, Daniel se entero que ella se llamaba Ximena, pero a Daniel nunca se le ocurrió preguntarle donde vivía, ni nada por el estilo, tampoco se le ocurrid invitarla a sentarse en su tabla (por que el esta recostado en la tabla y ella seguía en el agua).

Un rato después, Ximena tuvo que irse y sin decir nada mas que adiós, le pidió que cerrara los ojos y en un instante ella desapareció.

Daniel no entendía por mas que trataba, como Ximena pudo haber nadado tan rápido hasta la orilla sin que el la viera, pero sin hacer un mayor esfuerzo para entender, comenzó a patalear hasta la orilla, se puso de pie, tomo su tabla con ambas manos y se fue directo a su casa en la playa, que estaba a unos 700 metros de la orilla del mar.

Al llegar a su casa, que eran como las 8:30, Daniel se metió a bañar, y en la regadera empezó a alucinar el canto de Ximena, y no podía dejar de pensar en ella.

Así pasaron las horas, eran ya las 5, las 6, las 7 p.m. y en su cabeza no cabía otra cosa mas que Ximena, Ximena, Ximena.



A la mañana siguiente Daniel, sin haber podido dormir en toda la noche, fue directo a la playa exactamente a la misma hora que el día anterior. Fue directo al mismo lugar que había ido, y ahí espero 10 minutos hasta que Ximena apareció, en ese momento Daniel se quedo impactado ya que había visto toda la verdad. Que era, que Ximena era un sirena, el se quedo boquiabierta y ahí, Ximena le dijo que, qué pensaba acerca de eso, acerca de que ella era una sirena, Daniel no tenia palabras algunas, no podía hablar, en verdad no podía creerlo, el le dijo que estaba impresionado ya que no creía en eso de las sirenas y el mundo en el mar, pero ahora había recibido una gran sorpresa.



Ximena le dijo a Daniel que ella estaba harta del mundo en el mar y que estaba enamorada de el, Ximena le comento que ya lo había visto varias veces antes del incidente del día anterior, que ya lo había visto sorfeando un par de veces y que de hecho ella causo que Daniel se cayera en una de las olas, ya que se atravesó en media ola.

Daniel se quedó aún más impresionado, pero no sabía que decir, lo único que le dijo fue, que él le creía que ella una joven muy hermosa y encantadora. Eso la hizo sentir mejor y el decidió decirle a Ximena que porqué, cada mañana a la misma hora fueran y ahí se podrían ver y estar juntos por un rato, también podrían verse por la tarde como al as 8 de la noche para que nadie se diera cuenta de su amor, también para que nadie descubriera el mundo de las sirenas, el mudo bajo el mar.

Así se volvió una rutina, el despertarse y que lo primero en hacer fuera ir a la playa en busca de su amor y Ximena en busca de el, y ahí se quedaban un buen rato platicando, ambos sentados en la tabla para sorfear, cosa que después ya no se volvió tabla para sorfear, sino una tabla para sentarse.

Ahí estaban, cada mañana sin falta los dos sentados uno junto a el otro mirando el amarecer y el anochecer.

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