domingo, 8 de noviembre de 2009
El destino final (Emilio Martuscelli Grupo,21)
La hora había llegado. Aquel momento de despedirme de este maravilloso planeta y de mis seres queridos se aproximaba. Pues debía emprender la misión más catastrófica, peligrosa y emocionante que mi padre nunca pudo llevar a cabo. Todo comenzó cuando yo era niño y mi padre era uno de los mejores astronautas de todo el mundo. El trabajaba para la NASA. Siempre que volvía de su viaje espacial, me contaba sus aventuras y descubrimientos que había realizado. Así pasaron los días de mi vida sucesivamente, hasta que una vez mi papá llegó a casa muy noche y mi madre se acerco a él, yo me asomaba desde la puerta de mi cuarto. Papá tenía una expresión que jamás había visto en mi vida; su cara mostraba un sentimiento parecido al temor y el miedo.
-Querida, tengo que decirte algo muy importante
Decía mi papa mientras se sentaba sobre el sillón rojo situado al lado de la chimenea. Mi mamá se puso pálida y se quedo parada delante de mi papá. El comenzó a hablar.
-Los científicos de la NASA han descubierto ondas masivas del más allá de nuestro sistema solar. Hace 37 años enviaron una máquina llamada RP13 para poder explorar y descubrir todo lo que hay allá afuera, pero llego un momento en el que estallo. No se sabe la razón de la explosión ya que esa máquina estaba hecha con el fin de soportar cualquier tipo de presión gravitacional, calor y frio además iba muy bien armada. La última imagen enviada por RP13 es una luz inmensa e inexplicable. Lo que según nosotros vemos en aquella fotografía es un ejército inimaginable, uno que no se puede contar… Después de haber concluido que existe “vida” afuera de nuestro sistema solar, las organizaciones espaciales del mundo decidieron enviar astronautas para poder conocer más de lo que RP13 logró. Pero para eso se necesitaba construir la mejor nave de todos los tiempos.
Ivy, escúchame bien, la nave está terminada, ya todo está listo, lo único que necesita la NASA para comenzar la misión son los astronautas.
Mamá se veía confusa, ella sabía lo que papá iba decir, pero como no quiso interrumpirlo ella se mantuvo callada.
-He sido elegido para ser uno de los astronautas que llevaran a cabo esta misión. Dijo mi padre.
-Para mí es un gran honor y privilegio haber sido uno de los elegidos, y he tomado la decisión de ir.
Los ojos de mi madre empezaron a sonrojarse, lagrimas comenzaron a rodar sobre sus mejillas, ella sabía que ese viaje no iba ser seguro, sabía que el iría aunque ella le suplicara que no fuera, sabía que él podría morir en el intento. Mama se seco las lágrimas y después quiso hablar pero las palabras no salían de su boca. Cuando tomo aire y se sintió mejor, logró recuperar el aliento.
-Para mí es un orgullo que te hallan otorgado el permiso de ir, y si tú has tomado la decisión de marcharte, yo la respetare, pues yo no puedo hacer nada al respecto, solo quiero que tomes en cuenta las consecuencias que ese viaje podría provocar, por favor piénsalo dos veces y háblalo con Camilo.
Mi papa asintió y se paró de inmediato, yo corrí hacia mi cama y me acosté. Cuando papá entró a mi habitación, me dio unas palmaditas en mi hombro y me besó en la frente, yo por lo tanto fingí estar dormido. Una vez que papa salió de mi cuarto y cerró la puerta, abrí mis ojos mirando hacia arriba. Tenía estrellas, planetas, naves, y astronautas de calcomanía pegadas en el techo, todas ellas brillaban verdosamente. Siempre antes de dormir miraba aquellas figuras resplandecientes y comenzaba a
imaginarme a mí mismo en el espacio hasta que caía en un sueño profundo. No sé qué sucedió esa noche, pero no pude dormir. Escuchaba en mi cabeza las palabras que mamá le había dicho a papá durante la plática “quiero que tomes en cuenta las consecuencias que ese viaje puede provocar”.
¿Papá podría morir? Los viajes en el espacio son muy seguros ahora en día, pero los astronautas solo recorren el sistema solar, ya que tienen la tecnología suficientemente avanzada como para establecer una conexión desde cualquier parte del sistema solar, pero papá dice que si sales del sistema, la conexión se perdería y no podrías restablecerla hasta volver a entrar.
Ocho meses después, llegó el día de decir adiós. La NASA organizó una fiesta de despedida para todos los astronautas que abarcaban a esa misión. Yo tenía nueve años en ese entonces.
-Camilo, ha llegado la hora- dijo mi padre -Quiero que cuides a tu madre y que sepas que te amo.
-Papa, pero ¿Cuando vas a regresar? ¿me prometes que algún día volveremos a vernos?
Mi padre se mostró preocupado, y luego volvió a recuperar su tranquilidad.
-No sé cuando volveré, el viaje será largo, pero te prometo que algún día volveremos a estar juntos tu madre, tú y yo.
Eso me hizo sentir mucho mejor.
Mi padre caminó hacia mi mamá que se encontraba a mi derecha. Ella lloraba. Papá la beso y le dijo que la amaba con todo su corazón. Volteó y nos miró a los dos por un buen rato, luego mi mamá se quito el collar que le había dado su abuela que pertenecía a una tradición familiar de varias generaciones. El collar era el más hermoso que había visto. Estaba hecho de oro y en medio tenía una figura redonda que sostenía un diamante blanco que brillaba intensamente cada vez que la luz del sol le daba. Mamá colocó el collar sobre las manos de mi padre, él lo vio y lo colocó cobre su cuello. Mi padre se dio la vuelta y se marcho, esa fue la última vez que lo vimos.
El tiempo siguió su marcha, y mi padre nunca regreso. Como no podíamos establecer la conexión con la nave en la que mi papá fue enviado, significaba que ellos estaban mucho más lejos de lo que imaginábamos y no sabíamos si estaban muertos o vivos. Con el tiempo, decidí ser astronauta igual que mi padre, pues quería ser valiente y fuerte como él. Cuando entre a la universidad estudie la carrera para ser piloto aviador, luego entre a la NASA y fui clasificado como uno de los mejores pilotos. Pero mi propósito ahí apenas había comenzado, quería terminar la misión que mi padre comenzó.
Barbicane, el director de la NASA mando a construir una nave hace 18 años, justo después cuando la misión en la que abordaba mi padre fracaso. Cuando cumplí veintisiete años, Barbicane anunció que la nueva nave había sido terminada, y que los mejores astronautas volverían a ser elegidos, alrededor de todo el mundo. Mi corazón latió tan rápido como nunca; debía ser uno de ellos, pues mi único propósito aquí era completar la misión que mi padre un día inició. Dos semanas después, recibí un comunicado de la NASA invitándome a participar en aquella misión que se volvería a intentar. Nunca me había sentido tan feliz ya que desde que desde que mi madre murió por un ataque al corazón hace siete años, mi cara no había mostrado un gozo natural. La carta también decía que viajaría junto a tres pilotos más; Raimundo Goodwill, Arnold Wallace y Lois Wederich. ¡Qué suerte tuve! Me toco con mis dos mejores amigos. Raimundo y yo somos como hermanos de sangre, nos conocemos desde segundo de primaria, y desde chicos teníamos el sueño de ser astronautas. Raimundo era muy valiente y todos hacían las cosas a su manera. El era alto y fuerte, siempre se esforzaba en todas las actividades que realizábamos y se consideraba como uno de los mejores pilotos de la NASA.
Otro de mis mejores amigos era Lois Wederich. Nos conocimos cuando yo entré a la universidad, él era el más aplicado del salón y recuerdo que se llevaba bien con todos y gran deportista.
El Otro piloto; Arnold Wallace, no lo conocía, yo suponía que venía de otro país ya que nunca había escuchado hablar de él mientras estuve en la NASA. Los nombres que seguían después de los pilotos eran la tripulación, ellos estaban a cargo de las funciones mecánicas de la nave, de los sistemas y salud medica para cada uno que se encontraba a bordo. En la parte de hasta abajo
de la hoja venia un recado importante escrito por Barbicane, este decía:
-Muchas felicidades a todos los que fueron elegidos para volver a reintentar la misión que fracaso hace dieciocho años, les aseguramos que esta vez será un viaje seguro. Permítanme invitarlos a una fiesta de despedida que se llevará a cabo el veintiocho de Febrero, podrán llevar a sus familiares si lo desean, agradeceríamos que asistieran.
Mi corazón se estremeció cuando aquella invitación decía que podías llevar a un familiar. Yo no tenía familia. Aun no estaba casado y mi mamá decía que nuestra familia era pequeña porque mis dos padres no tenían hermanos ni hermanas, y mis abuelos habían muerto muy jóvenes, después de que yo nací. Pero eso no me detendrá, iré a esa fiesta de todos modos.
Sabiendo que iniciaría un viaje que no se sabe exactamente cuánto duraría, empecé a empacar toda la ropa que tenía en mi closet, pues mientras estuvieras dentro de la nave podías usar cualquier ropa, en vez de los equipos especiales que solamente se utilizaban al salir de la nave. Cuando llego el día de despedirse, sentía mariposas en el estomago, nunca había estado tan emocionado en toda mi vida. Salí de mi casa en la mañana todo arreglado y bien peinado. Cuando llegué a la NASA, me dirigí hacia el patio trasero, donde jugábamos cualquier tipo de deportes durante el entrenamiento. Estaba muy bien decorado el patio. Había una gran carpa que cubría todas las mesas; globos de color blanco y marrón claro, y un escenario para que la banda tocara. El día era hermoso, el sol brillaba intensamente sin molestarnos y las nubes eran tan blancas como nunca. El viento soplaba suavemente y todos se mostraban felices. Cada participante de la tripulación se sentó a comer con sus familias, yo por lo tanto me senté con Barbicane y dos hombres a quienes no conocía. Había una gran variedad de platillos, todos eran deliciosos y con sabores exóticos. Las bebidas eran sumamente refrescantes y los postres tan dulce como la miel. Fue todo un banquete satisfactorio. Al atardecer, Barbicane subió al escenario y dio un breve discurso para todos los que emprendían el viaje.
-Queridos amigos míos, la razón por la que estamos reunidos aquí, es para despedirnos de nuestros seres queridos, pues mañana ellos abarcaran a la aventura más emocionante y misteriosa que ningún otro ser pudo haber vivido. Así que brindemos por ellos, pues todos quienes fueron elegidos para completar esta misión, han trabajado duro y se han esforzado mutuamente para llegar a ser los mejores.
¡SALUD!
El público repitió “salud”, alzaron sus copas llenas de vino y bebieron. Fue una tarde muy bonita la cual nunca olvidare. Cuando llegue a casa, ya muy noche, no pude dormir bien porque me sentía raro en mi interior. Me paré de mi cama y fui directamente al lavabo para echarme un poco de agua fría contra mi cara, después de tomar la toalla y apartarla de mi cara, me mire en el espejo frente a mí. Tenía justamente la misma expresión que mi padre mostraba la noche cuando llegó a la casa después de haber recibido la noticia. Me mire por un largo rato y luego me fui a acostar.
En la mañana siguiente, ya tenía todo listo para partir. La nave despegaba hasta las 6:30 p.m. así que no hice mucho más que mirar las fotografías colgadas en la sala. Había un retrato de mi papa, esa era una de mi s fotos preferidas. Salía sosteniendo su casco de astronauta con su mano derecha y atrás de él se podía ver la bandera de los Estados Unidos. Tome esa foto y la guarde junto a todo mi equipaje. Cuando cuándo desperté eran las 5:00 p.m. Me bañe, agarre mi maleta y Salí con toda prisa sintiendo un gran vacío en mi interior. Eran las 5:42 p.m. cuando llegue a la NASA, había varios grupos de personas reunidas que lloraban y se abrazaban. Supuse que eran familias diciendo adiós. Yo estaba solo, mirando a todos despidiéndose, pero al que mas veía era a mi amigo Raimundo. El se despedía de su esposa y sus dos hijos. La esposa lloraba, eso me hizo recordar mucho a mi mamá, y los hijos mostraban su candor hacia los demás. Cuando el tiempo llego, todos abordamos la nave inmediatamente. Era inmensamente grande por dentro, tenía una tecnología que yo ni siquiera tenía idea de que existía, la sale para los pilotos era enorme, tenía muchos controles que al principio me costó trabajo reconocer y lo que más me llamo la atención fue aquel vidrio que recorría toda la sala en forma circular, que nos permitía ver todo lo que nos rodeaba fácilmente. Raimundo empezó a dar instrucciones para despegar, y todos hacíamos lo que él decía. Después de que Raimundo alerto a la tripulación para que tomaran asientos, dio la autorización para poder despegar. Lois presiono unos botones y la nave se elevo hacia arriba instantáneamente. Podía ver a la gente de abajo brincando y moviendo los brazos, aunque cada vez se me hacia mas difícil distinguirlos porque se iban haciendo más pequeñas poco a poco.
Cada vez que subíamos el cielo se hacía más obscuro. Tres minutos después, ya estábamos en el espacio. Raimundo tomo el micrófono situado al lado de su asiento y dio el permiso para poder desabrocharse el cinturón. Luego anunció que iríamos a la primera galaxia llamada Akansvar, y que llegaríamos en menos de diez minutos. Luego Raimundo comenzó a dar instrucciones.
-Arnold quiero que localices el hiperespacio que tomaremos para transportarnos. Camilo, enciende y verifica si los propulsores están listos para darnos la velocidad, y Lois, quiero que tu vallas cronometrando el tiempo y verifiques que todo en la nave este en orden.
Todos obedecimos y al instante, ya estábamos viajando en el hiperespacio. Siete minutos después ya habíamos llegado a la galaxia.
-Señor, estamos a once mil doscientos dieciocho luces de nuestro sistema solar- Dijo Lois
Raimundo no respondió, solo se mostro más enfocado que antes.
Cuando entramos a la galaxia, solo hallamos un planeta enorme, lo que había a su alrededor eran trozos de proto-estrellas, meteoritos y cometas. Cuando entramos en aquel planeta, nos dimos cuenta que no había gravedad en el, lo cual se nos hizo raro; un planeta tan grande con una presión de gravedad tan leve. Cuando Raimundo, Arnold, Lois y yo salimos de la nave, no podíamos escuchar nada, ni ver por la inmensa neblina que cubría aquel rocoso planeta. Nuestra misión era investigar de donde salió la ultima fotografía enviada por RP13 y saber dónde está la nave que fracaso la misión anteriormente. Después de caminar dos kilómetros, encontramos una huella. Era justamente idéntica al calzado que tenía yo. Raimundo dijo que tal vez la nave anterior vino a este lugar, y que podían estar cerca. Gracias a la maquina P012 que llevaba Lois pudimos localizar la nave y marcharnos de ese lugar de sustento. Según las estadísticas de Arnold, había vida en ese lugar y no se encontraban rastros de metal o hierro.
La siguiente galaxia a la que debíamos ir era Demefter. Nos llevo cuatro días terrestres llegar ahí ya que el hiperespacio no estaba tan cerca de esa galaxia. La presión era cruelmente ruda cuando aterrizamos. Hacia un frio terrible y todo estaba obscuro. Tuvimos que salir con lámparas y muy bien armados.
Mientras caminábamos, Arnold se mostraba nervioso, decía que presentía que algo nos estaba siguiendo. Luego escuchamos el rugido más fuerte que hemos oído en nuestras vidas, sonaba como un dinosaurio hambriento. El planeta no era definitivamente seguro, así que tuvimos que abortar esa exploración y nos echamos a correr de vuelta a la nave. Arnold se tropezó varias veces, no podía ver nada e iba detrás de nosotros. Luego el temor se apodero completamente de él. Mientras corríamos y luchábamos contra la presión de la gravedad, dejamos de ver la luz de su lámpara saliendo de nuestras espaldas, yo sabía que algo malo le había sucedido, pero no podíamos volver y ayudarlo, no sabíamos a quien nos enfrentábamos. Mire a cielo y no vi nada más que obscuridad.
-Ahí está la nave, ¡corran!- Oí decir a Lois
Corrimos con todas nuestras fuerzas y cuando despegamos, nos dimos cuenta que Arnold seguía allí, pero se movía como serpiente, arrastrándose por la tierra, sus ojos estaban llenos de sangre y su cuerpo tenia cortadas profundamente grandes. Supimos en ese entonces que había sido poseído por algo terrible. No hubo nada que pudimos hacer para salvarlo.
Después de la escalofriante muerte de Arnold, todos nos sentíamos mal, pero la misión debía ser completada. Ahora nos dirigíamos al planeta desconocido en el cual RP13 fu destruido. Tardamos aproximadamente cinco semanas en llegar, pero finalmente lo logramos. Aquella galaxia era hermosa, brillaba de una manera impresionante. Pero cuando entramos en ella, todo brillo tanto que no nos podíamos ver unos a los otros. Luego oí una voz, sonaba idéntica a la de mi padre. La voz decía mi nombre una y otra vez “Camilo, Camilo, Camilo, Camilo” Después la luz incremento, distinguí una sombra viniendo hacia mí. Era mi padre, me dijo que no había mucho tiempo, que debía salir de esa galaxia. Yo no entendía a que se refería. Me explico que esa es la Galaxia de la Vida, si tu entras en ella, tu vida es chupada, al igual que tu alma, así es como murió el y toda su nave. Papa me dio un abrazo y me beso en la frente, y me dijo Te amo. Luego tomo el collar que mama le había dado y me lo puso en mi mano. Mi padre se fue disolviendo poco a poco hasta desaparecer. Cuando volví a la realidad, todos miraban hacia al frente, supuse que estaban atraídos por la hermosa luz.
-¿Sera un sueño lo que vi? Una alucinación tal vez.
Voltee a ver, y mi mano tenía el collar que mi padre me había dado. Entonces debe ser verdad, esta galaxia chupa el alma, ¿será el mismo infierno?
No tenía tiempo para responder todas esas preguntas, tenía que salvar a toda esta gente o moriría. Empecé a gritar para llamar la atención, pero no hacían nada más que mirar a esa luz y babear. Conforme íbamos entrando mas a la galaxia, la luz se iba haciendo más clandestina, se ocultaba, se hacía negra. Los ojos de Raimundo también comenzaron a volverse negros, y los de toda la tripulación. Cada vez se veían más débiles y enfermos. Fui al asiento de Raimundo y tome los controles, gire el volante y la nave dio la vuelta violentamente. Pero entre mas salía de esa galaxia, mejor se veía la tripulación.
Cuando por fin despertaron, les conté todo lo que había ocurrido. Afirmamos que la galaxia era algo sobrenatural… Así que nuestra misión fue completada, volvimos a la Tierra y concluimos que la otra nave había sido tragado por la galaxia y que todos los que estaban a bordeen ella murieron.
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