Rodeada de islas, en la pequeña Isla Principio, vivía un niño llamado Maku él vive con su abuelo. Al abuelo Siset le gustaba pescar y ganarse la vida vendiendo sus canastas llenas de pescados; a Maku también le gustaba ir todos los días a pescar con su abuelo. Maku y Siset vivían en la isla más bonita de todo el archipiélago, además de sus paisajes estaba llena de pescadores, comerciantes, niños y muchas más personas, ellos vivían en un paraíso, no había mejor cosa que vivir ahí.
Una mañana soleada cuando Maku y su abuelo fueron a pescar, como todos los días junto con sus amigos pescadores, vieron que se avecinaban unas extrañas nubes y de pronto un día alegre y soleado se había convertido en un día para nunca recordar; todos los demás pescadores regresaron con sus barcos a la costa pero el abuelo de Maku insistía en quedarse –“Abuelo tenemos que irnos ya va empezar a llover, no creo que sea buena idea quedarnos aquí.” –“Espera Maku creo que atrapé a uno enorme.” en ese instante Maku no vio ninguna manera de hacerlo razonar, pero de pronto la red de Siset jaló tan fuerte que salió volando del bote –“¡abuelo! ¿Estás bien? Maku tomó el brazo de su abuelo con fuerza y cuando lo saco Maku notó que se había puesto muy pálido, en ese momento el niño muy preocupado regreso a la isla, tratando de que el abuelo no lo notara.
El anciano muy agradecido dijo –“Gracias Maku si no hubiera sido por ti… ay, ni me quiero imaginar lo que pudo haber pasado”. Maku seguía muy preocupado puesto que su abuelo no se sentía nada mal, pero él tenía un mal presentimiento. Al día siguiente Maku no podía creer lo que veía, al despertar vio a su abuelo que estaba listo para irse, éste ya tenía todo listo para un buen día de pesca. Su abuelo estaba más lúcido que antes. Cuando Maku ya se había preparado, su abuelo ya ansioso por salir jaló a su nieto y lo llevó hacia el barco, el joven esperaba el mismo bote de hace ocho años que Siset le construyó para su cumpleaños pero cuando dio un vistazo ese barco no lucía igual, aquel barco estaba nuevo, pintado y engrasado, se veía como nuevo –“abuelo ¿de quién es este barco?” dijo Maku asombrado –“¡tuyo!, ¿que no lo reconoces?” respondió emocionado el abuelo. –“¡Feliz cumpleaños!” con el susto que Siset le dio a su nieto él no recordaba que ese día cumplía catorce años y Siset como en toda la noche no pudo dormir, ocupó su tiempo remodelando su viejo bote.
Maku estaba muy emocionado por estrenar ese bote –“antes de que subas te quiero dar esto.” Siset sacó de su bolsillo un amuleto de plata y se lo entregó a su nieto. –“gracias abuelo está genial”. Maku se puso el amuleto y la cadena alrededor de su cuello –“cuídala mucho este dije perteneció a mi tatarabuelo que la encontró en una isla no muy lejos de ésta.” El joven y su abuelo estaban listos para embarcar, subieron al bote y salieron juntos.
Cuando ambos llegaron en el punto especial en donde siempre pescaban, porque es donde siempre hay más peces, lanzaron las redes y se sentaron a esperar. Maku estaba tan tranquilo hasta que escuchó a su abuelo toser de tal forma que su garganta ya no podía soportar el dolor; después de eso, Siset se desmayó, Maku estaba desesperado y no había nadie que le ayudara. Cuando regresó a su isla puso a su abuelo a descansar y el también trató de dormir.
Al día siguiente el joven despertó esperando que su abuelo ya estuviera listo, pero no se había ni parado de la cama siquiera, él sabía que tenía que cuidar a su abuelo, pero también tenía la responsabilidad de pescar o que no había podido el día anterior, para venderlo en el mercado. Así que tan pronto se preparó, embarcaron. Después de soltar el ancla lanzó la red y esperó. Cuando de pronto escuchó un sonido… era una voz… cuando Maku levantó la cabeza para ver qué era, observó a un pez que dijo –“oye niño escuché que tu abuelo está muy enfermo y sabes qué, yo quiero ayudarte ya que tú eres el único que ha podido entrar a esa isla.” El pez apuntó al dije que su abuelo le dio – ¿pero de que isla hablas? dijo Maku confundido – ¿Que no conoces la isla abandonada? ¿Entonces dónde conseguiste ese dije eh?” “Bueno pues mi abuelo me regaló”. ¿Acaso tu abuelo se llama Siset? –sí ¿por qué? Maku estaba tan confundido que le dio un dolor de cabeza incontrolable – ¡Entonces tú debes ser el tataranieto del gran héroe! ¿Quién?
–Mira, te contaré la historia, dijo el pez. Hace mucho tiempo una enfermedad se propagó por toda tu isla, pero eso no fue todo, también en otras islas esta enfermedad mató a muchos, hasta que un héroe llegó y entró a la isla deshabitada y consiguió la cura para lo que tu abuelo está sufriendo ahora. Ahora es momento de que tú evites que esta catástrofe vuelva a suceder, Lo único que te puedo decir es que en aquella isla te debes guiar por el viento. Después de eso el pez le pidió a Maku que le mostrara un mapa, éste marcó un punto en él y dijo –Maku, es tu deber ir y acabar con este mal, y no olvides, guíate por el viento.
Maku regreso a su isla, estaba decidido a ir para poder salvar a su abuelo. El joven con mucha seguridad, preparó una mochila y la dejó en una silla –Descuida abuelo, no te preocupes, mañana estarás mejor. Maku cerró los ojos y se durmió un instante después.
En la mañana, Maku tampoco vio a su abuelo levantarse por segunda vez, ahora si estaba muy preocupado. Cuando Maku salió de casa buscó su bote, tomó su mapa y embarcó a lo que parecía ser la aventura de su vida. Cuando llegó a la isla que el pez le había indicado, se encontró con que estaba rodeada de rocas tan altas que parecía que pudieran tocar el cielo. Maku se sentó un rato esperando a que algo pasara o que “el viento lo guiara” pero no pasó nada. Desilusionado regresó a su casa sin gloria.
Al día siguiente Maku no tenía ningún deseo de regresar a esa isla, porque el viaje de ayer le costó la pesca del día, la cual les daba el dinero para vivir. Pero de todas maneras Maku sabía que su abuelo era su única familia y que él debía salvarlo. Sin esperanzas, el pobre niño salió de su casa y se dirigió al bote, salió del puerto y revisó su mapa para poner la ruta a esa pequeña isla abandonada. Cuando llegó tampoco pasó nada, el temía que lo que el pez le dijo era sólo una mentira y que lo único que el abuelo necesitaba era un buen doctor.
Después de esperar un rato, Maku ya no podía aguantar otro segundo cuando de pronto escuchó una voz en el viento –“guíate por las olas”. Apenas él podía escuchar lo que decía pero no tenía tiempo que perder .Entonces Maku vio que las olas golpeaban hacia la roca más alta, cuando llegó allá observó la roca con detalle, ésta tenía un orificio, así que Maku no tuvo más opción que sumergirse y pasar por el hoyo.
Saliendo del hoyo nadó hacia tierra firme y se secó. Maku no sabía qué hacer, así que empezó a caminar. La voz del viento volvió a escucharse, pero ahora decía que debía buscar la perla más grande – ¿a qué te refieres con eso eh? Maku no recibió ninguna respuesta. Después de un rato, Maku recordó que su abuelo le había enseñado a buscar perlas. Cuando llegó de nuevo a la costa este, dejó su mochila y saltó al agua. Maku buscó dónde estaban las ostras, pasó por muchas plantas que rasgaron su camiseta y le cortaron un poco, cuando encontró el lugar perfecto, había miles, no había forma de encontrar la más grande en ese momento. De pronto vio una ostra que tenía el mismo símbolo que el dije que traía consigo, cuando la abrió, no podía creer lo que veía, era la perla más grande que había visto en su vida. Maku buscó dónde ponerla pero sus bolsillos estaban rotos, así que la puso en su calcetín.
Maku salió del agua victorioso con aquella perla, cuando la tomó, la perla cayó al suelo y empezó a rodar Maku corrió desesperado tras ella, pensó que si la perdía nunca más podría ver a su abuelo, así que corrió cada vez más rápido hasta que chocó contra una pared y cayó inconsciente en el suelo. Cuando Maku despertó observó la perla que estaba rodando, y se sorprendió porque ahora lo hacía sobre la pared, en un momento, encajó en la puerta y cuando Maku se levantó vio que su dije brillaba y la pared emitió una luz hasta que se partió a la mitad y lo dejó pasar. Al atravesar, el lugar estaba lleno de musgo, pero cuando ya estuvo adentro vio que había un pedestal con el mismo símbolo de su dije. El dije brilló e hizo que en el pedestal subiera algo más y arriba estaba un diamante verde. Aquel diamante brillaba tanto que parecía ser un pequeño sol verde.
Maku regresó con el diamante en la mano, corrió, salto, hizo lo que fuera con tal de regresar a su isla de inmediato. Cuando llegó a su bote, regresó a su isla pero algo raro pasó, un pez tomó el diamante en sus fauces y salió nadando. Maku no podía creer que todo lo que le costó conseguir ese diamante se fue a la basura. Pero ese pez regresó y lanzó el diamante de vuelta, pero esta vez tenía un color diferente, ahora era dorado.
Finalmente, cuando Maku regresó a su isla, todos estaban enterados de la noticia. Todos querían ver si el abuelo despertaba o que podría pasar.
Cuando Maku entró a su casa su abuelo seguía dormido, pero cuando acercó el diamante este brillo e hizo que Siset abriera los ojos – ¡abuelo! Maku estaba tan emocionado que lo abrazó con una fuerza extraordinaria. Después Maku y su abuelo salieron y al ver que el abuelo estaba sano y salvo todos le dieron una ovación a Maku. Pasó un tiempo y se creó una estatua de Maku para celebrar su valor hacia los peligros que enfrentaba. Y así fue la aventura que cambió la vida de Maku.
jueves, 5 de noviembre de 2009
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