domingo, 8 de noviembre de 2009

Lo Que Éramos y Lo Que Seremos (Angélica Vargas, 22)




Estaba en mi cama. Destrozado. Pensando en que hice mal. Fueron los mejores meses de mi vida. Ahora solo había escasos recuerdos de esa relación. Yo la amaba. ¡La amaba! Ahora estaba aquí tirado en mi cama pensando que era la persona más inútil que podía existir y hace unos días era la persona más feliz del mundo.

La extrañaba mucho. Me la pasaba comiendo chocolate, helado de vainilla y pudin de chocolate. Todos estos sabores eran dulces, pero no podían quitar ese nudo en mi garganta que yo sentía. Estaba tan confundido. No sabía lo que sentía, la odiaba por haber terminado nuestra relación de esa manera, me odiaba a mi mismo por no haber ido detrás de ella y por haberla perdido, odiaba a quien había hecho que corte conmigo, me sentía triste por haberla perdido, y sentía un poco de esperanza para poder seguir con mi vida. Lo peor de lo que sentía, era que yo la seguía amando con todo mi corazón pero quería estar feliz por ella, aunque estuviera con alguien más. Todavía no tenía a otro, pero solo era darle tiempo, era la niña más bonita, guapa y hermosa que yo había visto con mis ojos. Tenía a muchos niños de nuestra generación siguiéndola y esperando a que saliera de la relación en la que estaba, con migo. Yo sabía que para ellos no era tan fácil, ella se puede enamorar profundamente, pero es difícil conquistarla.

En fin, todo comenzó cuando yo estaba bajo mis cobijas, comiendo chatarra llorando y viendo fotografías de ella en mi celular. ¿Pero en que estaba pensando? ¿Qué iba a estar con ella toda la vida? ¿Que me iba a casar con ella y íbamos a tener una gran familia feliz? Tal vez. Pero yo se que sería muy difícil. Solo estábamos en segundo de secundaria. Solo quería durar un poco más con ella.

Después de que todos estos sentimientos, ideas y recuerdos pasaron por mi cabeza escuche una voz, una voz familiar, una voz que reconocí inmediatamente, de mi mamá.

-Andrés, una muchachita te está buscando. Ven, a la puerta.- -Ya voy- respondí como lo hago siempre, con desinterés, pero esta vez sí estaba interesado, era una chica. ¡Que me buscaba a mí! Me mire al espejo, estaba rojo y con los ojos hinchados, me peine, me rasque los ojos, respire profundamente y me seque las lagrimas. Fui trotando a la puerta. Estaba entreabierta, abrí completamente para ver quien estaba esperándome.

-¡Andrés! ¡Hola!-

No podía creer lo que mis ojos veían.

-¡Jennifer! ¿Qué haces aquí? En mi casa.- No lo podía creer. Se veía tan linda como siempre. Estaba usando una mini falda, unas botas de cuadros, una blusa blanca y un chaleco corto del mismo estilo de las botas, su pelo largo negro hasta su cintura estaba amarrado en una coleta, sus ojos miel deslumbraban y su boca estaba sonriente como siempre. Se veía preciosa. Pero ¿Qué estaba haciendo en mi casa? Acabábamos de cortar, somos ex, no podíamos estar juntos ahorita, esta relación era demasiado rara. Tal vez solo tenía algo importante que decirme.

-Solo venía a decirte que no quiero que seamos de esas parejas que al terminar ni se vuelven a hablar. Quiero seguir siendo tu amiga. Quiero que hagamos cosas juntos y creo que era importante que viniera hasta aquí para decirte esto, porque necesito que lo sepas y, tú sabes que yo no soy el tipo de personas que no te dicen nada a la cara.

-yo sé. ¿Quieres pasar?-

Se ríe suavemente y dice –Lo siento, no puedo, tengo a mi hermana esperándome abajo .Solo pase para decirte eso, pero me tengo que ir.

-Está bien. Adiós, Nos vemos el lunes en la escuela-

-Bye Andrés- En ese momento paso algo que no me lo esperaba, me abraza.

Esa noche no pude dormir, estuve pensando en lo que había dicho Jenny, me preguntaba si en verdad lo decía, o si solo lo decía para no hacerme sentir tan mal, o solo lo decía y no iba a hacer nada en la escuela. No sabía, me sentía confundido. Pero sentía un poco mas de esperanza.

Al siguiente día. Sábado. Me desperté con el sonido del teléfono, me pare y fui a contestar en la cocina. ¡Era Jenny!

-¡Wow! Jenny son las 10 de la mañana. ¿Qué paso?-

-Alístate. Paso por ti en media hora.-

Ahí se corto la llamada. ¿Alistarme? ¿Para qué? No me puse a preguntarme más. Decidí averiguarlo yo mismo. Me bañe, me peine, me puse una camisa limpia y unos jeans. Espere la siguiente llamada de Jenny. Quince minutos después sonó el timbre. Me pare rápidamente y abrí la puerta. Jenny traía dos coletas, una camisa peculiar, unos pantalones blancos, zapatos planos con agujetas y una bola pesada ,con tres huecos para meter los dedos, sostenida en sus dos manos. La mire unos segundo y reí dulcemente, sabía lo que significaba. ¡Íbamos a ir al boliche!

-¡Claro! Déjame avisar.

Al final del día, la hermana de Jennifer me devolvió a mi casa. Jenny me acompaño hasta la puerta y me dijo que se había divertido mucho con migo. Yo le dije que también me la había pasado muy bien, que gracias y que lo tendríamos que repetir algún día. Jenny me dio un beso en el cachete, despidiéndose de mí como de cualquier otro amigo, se dio media vuelta y se fue a su coche.

Esa noche estuve pensando en el día. Fue maravilloso, no éramos novios pero éramos amigos, mejores amigos. Ella me conto chismes sobre sus amigas, sobre la escuela y algunos maestros, nos reímos con chistes, comimos hot dog y papas fritas. Tomamos refresco en lo que Jenny me enseñaba a jugar, porque no soy muy bueno en boliche que digamos. Haciendo todo esto me di cuenta de que todo era fácil. Era fácil ser solo su amigo y nada más y después de todo me divertí, me la pase bien y todo era fácil con ella. Era divertido. Tal vez ser mejores amigos no era tan bueno como andar con ella pero era lo mejor que tenía en estos momentos. Seguía siendo el niño mas afortunado en la escuela, no era el novio de Jenny, pero era el mejor amigo de Jenny.

Al siguiente di me desperté tarde, desayune waffles y empecé a ver caricaturas en la tele mientras me comía mi cereal. Estaba pasando “Bob Esponja”. Un clásico, ya lo había visto 2 veces. Era un buen capitulo, pero estaba aburrido entonces pensé en conectarme a la computadora un rato, sabía que no iba a haber nadie interesante conectado, Jenny nunca se conectaba. Cuando inicie mi cesión vi a Jenny conectada. Me apresure en saludarla pero ella lo hizo antes.

Jenny dice: ¡Hola Andrés!

Andrés dice: ¡Que onda!

Jenny dice: ¿Que vas a hacer el viernes?

Andrés dice: Nada. ¿Por?

Jenny dice: No hagas planes, vas a hacer algo conmigo.

Andrés dice: ok. ¿Qué vamos a hacer?

Jenny aparece desconectada

Estaba feliz. No me importaba que Jenny no me dijera que íbamos a hacer, me gustaban las sorpresas que me daba, siempre. Era divertido, ella era inesperable, eso hacía que nunca me aburriera de ella. Que fuera interesante. Era lo que la hacía Jenny.

El lunes llegue a la escuela tan feliz, todo mundo se estaba preguntando de por qué estaba así, Jenny había roto conmigo hace unos pocos días, el viernes, para ser más específicos. Hace tres días había pasado un hecho muy trágico en mi vida y hoy estaba feliz como una lombriz caminando por los pasillos, saludando a las personas, yendo de clase en clase y siendo yo. Jenny estaba con migo en mis clases de ingles. Era divertido, de hecho era aun más divertido que cuando éramos novios. Cuando éramos novios solo nos pasábamos notitas que decían “I love you”. Ahora nos pasábamos notitas con chismes, chistes, bromas y cosas entretenidas que contarnos. Cada vez que el maestro se daba la vuelta hacíamos guerritas de bolas de papel, Imitábamos al profesor o hacíamos una siena de que estábamos aburridos. Era muy divertido. Sinceramente si creía que nuestra amistad era genial, diferente y mucho mejor que nuestro noviazgo. Así pasaron los días de la semana hasta el jueves.

-Jenny, ¿Qué necesito llevar para mañana o qué?- Le pregunte a Jenny con curiosidad.

-Solamente tienes que llevar un traje de baño y una toalla.-

Esa respuesta me hizo estar seguro de algo. Hirvamos a ir a algo que tenía que ver con agua.

Ese viernes se me paso eterno, hasta que por fin sonó la campana, me despedí de mis amigos y me fui con Jenny. ¡Me llevo al “Rollo”! Siempre había querido ir ahí. Era el mejor día de mi vida. Nos divertimos muchísimo.

De ahí seguimos haciendo actividades todos los fines de semana y algunas veces en vacaciones y en navidad, o ocasiones especiales. Fuimos al boliche, parques acuáticos, de picnic, a la playa, a fiestas, a bares, a bodas, a bar mitz bahs, a bautizos, al cine, a andar en bicicleta, a restaurantes, a carnavales, a circos, a ferias, a Six Flags, a discos, a clubs, a albercas, a todos lados íbamos juntos. Nuestra amistad duro muchos años. Éramos los mejores amigos, teníamos plena confianza mutuamente. Siempre teníamos personas que nos gustaban, pero siempre seguíamos siendo mejores amigos. Llegamos a los 25 años siendo amigos. Ya vivíamos solos en nuestros propios departamentos, teníamos nuestro propio empleo y nuestro propio coche. Yo creía que íbamos a ser amigos y nada más, pero un día lo pensé. La amaba, y la había amado por 11 años. Era suficiente. Un día la llame y le dije que la quería ver el viernes a las 10 pm en mi departamento. Que fuera cómoda y relajada.

Ese viernes salí corriendo a hacer unas compras especiales, entre esas estaba champaña. Más tarde cuando Jenny llego a mi casa le abrí la puerta, estaba vestida casual, unos jeans y una sudadera color morado. Le dije que me esperara en el techo del edificio, tenía que llevar algunas cosas. Estaba nervioso pero confiado, sabia que todo iba a salir bien. Subí al techo con un ipod, unas bocinas, dos copas, la botella de champaña que había comprado y mi chaqueta con una caja especial en el bolsillo derecho. Subí y me estaba esperando echado en el piso viendo las estrellas. Se levanto sonrió y dijo.

-Amo este momento de la noche, y amo compartirlo con mi mejor amigo-

Puse una serie de canciones románticas con un estilo suave, ideal para bailar. Hablamos una hora completa, chismoseamos y nos reímos. Abrí la botella de champaña, ella estaba feliz, sin saber lo que le esperaba, con ignorancia total, solo disfrutando el momento. Al dejar solo dos copas más de champaña la saque a bailar y bailamos por una hora más. En su canción favorita, me mira a los ojos, me sonríe y suavemente descansa su cabeza sobre mi hombro, el momento era perfecto. Con mucho cariño le susurro.

-Te puedo preguntar algo-

-Claro, lo que quieras- Me responde con dulzura.

-¿Te casarías conmigo?-

En ese momento se despega de mí suavemente, yo me hinco en una rodilla, saco la caja, la abro, le muestro el anillo y repito la pregunta. Ella me mira a los ojos con una cara feliz, pero cansada.

-¡Si!-

-¿Si?

-Sí. Te amo Andrés.-

-Te amo Jenny.

Ese momento fue el más feliz de mi vida, nos besamos en el techo del edificio, seguimos bailando toda la noche y nos acabamos la última copa de champaña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario