lunes, 9 de noviembre de 2009

Los perros del pueblo (Regina Ardura 24)

En un pequeño pueblo no muy lejos de aquí, vivían unos perros callejeros, que cada lunes en la mañana tenían una junta en el sótano del restaurante “Los tacos de Panchita”. Su junta empezaba a las 6:30 a.m. hasta las 7:30 a.m. En su junta siempre discutían que cuando paseaban por las calles siempre tenían algún tipo de problema. Algunos de sus problemas era que cuando cruzaban la calle los atropellaban, casi nunca les daban de comer, o les tocaban el claxon y los asustaban.


El perro alcalde era el que decidía todo en el pueblo para los perros, el era su líder y siempre se tenía que seguir sus órdenes. Los perros le decían el Sr. Alcalde, no le decían por su nombre porque era un perro misterioso y solo se le podía decir el Sr. Alcalde. Era un perro Scotty de pelo blanco y un sombrero negro, ya mayor pero muy inteligente. En el pueblo siempre había problemas con un pequeño cachorro que se llamaba Rufus. El era un labrador, este pequeño cachorro era muy travieso y muy problemático, pero era querido por todos sus compañeros del pueblo.

Rufus tenía una rutina antes de ir a las juntas de los lunes la cual era, se levantaba todas las mañanas a las 6:00 a.m. corría por las calles del pueblo ladrando como un maniático pasaba por la caja donde dormía el flojo de Cátelo, un perro buldog donde siempre se quedaba dormido en todas partes y llegaba tarde a todo. Rufus era el encargado de levantarlo todos los días. Después de levantarlo corría a la carnicería y se robaba una tira de las salchichas y se las comía en su escondite, que era debajo de un coche que no se ha movido desde hace 3 años, luego cruzaba la calle y llegaba a la peluquería del pueblo donde vivía la perrita llamada Sally, Rufus siempre la iba a ver para coquetearle. Sally era una perrita poodle de color blanco con 2 moñitos rosas en su cabeza, el pequeño Rufus estaba loco por ella, pero a Sally no le gustaba mucho, solo se le hacía muy chistoso. Cuando acababa de visitar a Sally se iba corriendo a la junta lo más pronto posible para no llegar tarde y que el Sr. Alcalde no lo regañara. Un día Rufus llego unos 5 minutos tarde a la junta y todos estaban en silencio, lo voltearon a ver con una cara un poco enojada. Rufus pidió disculpas por haber llegado tarde, que no volvería a pasar. Pero el alcalde le dijo que no era por eso que estaban enojados, Rufus muy nervioso se preguntaba por qué lo estarían, hasta que les preguntó por qué lo estaban. El alcalde muy enojado le explico que era que todos en el pueblo se quejan de el por todas las travesuras y mal comportamiento de cómo se comporta, y le dijo que ahora todos en el pueblo quieren correr a los perros y que nunca podrían volver si no cambian la actitud de ese pequeño cachorro, decían que ya no podían vivir con él, que ya estaban hartos de sus ladridos y de todas las travesuras que hacía. Rufus muy triste trataba de no llorar y ser fuerte, pero lo que le dijo el Alcalde lo lastimó mucho. El les dijo que iba a tratar de controlarse, que ya no iba a pasar, y que lo sentía por todo lo que ha hecho que no era su intención meter a todos los perros en problemas.

Los días pasaron y Rufus se controlaba cada día más, pero para él era muy difícil porque desde que nació a él le gustaba estar ladrando por el pueblo y divirtiéndose como a él se le pegara la gana. Ya no podía ir a ser sus rutinas de cada lunes, entonces ya no despertaba a Cátelo, ya no iba a la carnicería por sus salchichas y no se las tomaba debajo del coche, tampoco iba a visitar al amor de su vida la perrita Sally, y Rufus ahora siempre llegaba temprano a las juntas y se portaba bien todos los días. Los perros del pueblo empezaban a hablar de Rufus y como ha cambiado, todos notaban que ya ni se sentía su presencia. Incluso las personas del pueblo discutían de lo que estaba pasando en el pueblo, que ya no sentían tanto ruido, ni desastres, ni personas quejándose. Pues todo esto giraba alrededor por el pequeño cachorro de Rufus.

Paso alrededor de un año, y el pueblo se había convertido en un lugar sin vida y muy triste. Todas las personas iban y venían de hacer sus actividades y sin algún problema alguno, y los perros cada día mas extrañaban al pequeño cachorro que los hacía reír y divertirse aunque los metiera en problemas siempre estaba allí para ayudarte a sentir mejor. Un martes tuvieron una junta los perros, pero la hicieron ese día para que Rufus no fuera porque iban a hablar de él y que le estaba pasando. Todos se reunieron fue el Sr. Acalde, Cátelo, Sally y otros perros del pueblo. Todos estaban presentes, Cátelo y Sally discutieron un buen rato en la junta porque conocían mejor a Rufus y decían que su actitud no era nada normal y que les rompía el corazón verlo así. Cátelo también comento que le hacían falta sus despertadas en las mañanas y Sally extrañaba que Rufus le coqueteara cuando la iba a visitar al la peluquería, ellos decían que extrañaban a su amigo tal y como era.

La junta había terminado y todos decidieron que querían a Rufus de vuelta aunque hiciera mil desastres, pero había un perro que no estaba de acuerdo con lo que decían y ese perro era el Sr. Alcalde. Todos le preguntaban al Alcalde que porque no estaban de acuerdo, y que si no extrañaba al pequeño de Rufus, el les contesto que él sentía que así estaba mejor el pueblo sin tantos desastres por día y además no quería que le pasara nada malo al cachorro o que sufriera un accidente. Todos se quedaron pensando que el Sr. Alcalde si quería a Rufus y lo que le había dicho ese día en la junta era para que no le pasara nada y para que no se fuera del pueblo, pues el Alcalde lo iba a extrañar demasiado. El Alcalde les dijo a los perros que él quería mucho a Rufus porque lo conocía desde que nació, y el lo tuvo que educar porque sus padres se habían murto atropellados, entonces esa era la razón de porque el alcalde quería proteger tanto a Rufus. El les decía que ha tenido tantos buenos momentos con el que no quería que se terminaran. Los perros se quedaron con la boca abierta de la historia que les conto el alcalde, ellos siempre pensaron que nunca lo quería y por eso siempre lo limitaba a ser las cosas que quería.

Cátelo le dijo al Alcalde que él creía que era una buena manera de proteger mas a Rufus pero también le dijo que si no extrañaba como era Rufus antes de que se convirtiera en un cachorro sin diversión y que estuviera todo el tiempo triste, el alcalde se quedo pensando y dijo pues la verdad si extraño a mi pequeño Rufus, todos esos momentos que me reía tanto con él y me hacia felices mis días, pero que pasa si algún día le sucede algo malo. Cátelo le dijo que no se preocupara por las cosas malas que pensara en las cosas buenas no en las malas, también le dijo al alcalde que no le va a pasar nada malo, porque lo ha educado muy bien y se puede ser responsable por sí mismo.

El alcalde lo pensó y estuvo de acuerdo con Cátelo, entonces todos los perros del pueblo fueron a buscar a Rufus para decirle que podía volver a ser normal como era antes un buen cachorro, lindo con todos y un poco alocado. Solo la condición era que no ladrara tanto y que obedeciera al Alcalde cuando le decía algo importante que tenía que seguir por su propio bien.

Rufus no lo podía creer estaba tan contento que su cola se movía tan rápido que parecía que se iba a caer. El acepto todo y les dijo que gracias por aceptarlo como era y que ya no iba a ladrar tanto, todos los perros suspiraron al mismo tiempo diciendo gracias, porque esos ladridos sí que son fuertes, todos se rieron y se la pasaron muy bien de que su cachorro iba a volver a traer vida al pueblo, Cuando ya se iban todos Cátelo le recordó a Rufus que esperaba sus despertadas en la mañana, Rufus le dijo que con gusto las hacía. Y así fue como el cachorro Rufus volvió a dar alegría al Pueblo.


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