sábado, 7 de noviembre de 2009

Mi abuelo (Mirta Bertrán, 21)



Era 1936, la Guerra Civil de España había comenzado, los Franquistas contra los Republicanos. Andrés Mestres tenía apenas ocho años, vivía en una pequeña pero acogedora casa en la Garriga un pueblito muy cerca de Barcelona con sus padres, Enrique Mestres, Nuria Sans y su hermana, Nuria. Sus padres tenían un pequeño restaurante que se llamaba “El canario”, ya que su madre cocinaba muy rico. El nunca imagino que viviría lo que les estoy por contar. Pasaron dos años y los Franquistas ganaban la guerra. Un día llegaron los Franquistas a su casa, azotaron la puerta, trataron muy mal a su familia, se llevaron algunos de sus bienes, a su padre se lo llevaron, ya que era republicano y a él, a su madre y a su hermana, se los llevaron a un campo de concentración en Perpignon, Francia, lo que nunca supieron era a qué lugar se habían llevado a su padre. Ahí, en el campo de concentración, pasaron un poco más de un año largo y difícil, ya que los hacían trabajar demasiado y los trataban muy mal, les daban muy poca comida, Andrés trataba da ayudar a su hermana y madre y había veces que no comía solo para darle su comida a su hermana o mamá, trataban de estar bien pero no podían y lo único que pensaba Andrés era “en donde estaba su padre”, “porque les hacían esto”, “que habían hecho para merecer que los traten así”. Hasta que un día su madre se enamoro de un capitán Francés, llamado Antonio Bertran, su amor era tan grande que el capitán decide ayudar y escapar con la madre de Andrés y sus dos hijos. Ambos planean huir del campo de concentración e ir hacia Rusia. En el campo de concentración, gracias al amor de su madre y el capitán Bertran nace el medio hermano, Antonio, de Nuria y Andrés. Ese mismo día después de unas cuantas horas, su madre y el capitán Bertran toman un coche, conseguido por el capitán y meten en la cajuela a Nuria y a Andrés. Salieron del campo de concentración y se dirigieron a un puerto muy cerca en la costa de Francia. Ahí toman el barco equivocado, ya que ellos querían ir a Rusia y llegaron a la isla de Santo Domingo. En las islas de Santo Domingo, viven en un campamento doce meses de hambre y dificultades, ya que su alimentación se basaba en caldos de pescado hechos a base de los desperdicios que dejaban los pescadores del pescado en la playa. Su madre después de que los pescadores se fueran iba y tomaba las cabezas o los restos del pescado para hacer el caldo. Fue una época muy difícil para ellos, así que querían tener una mejor vida y su objetivo era llegar a la Ciudad de México o al menos a alguna parte de este país. Para poder alcanzarlo tuvieron que esperar dos años ya que vivieron en Santo Domingo un año y posteriormente en cuba otro año, donde vivieron también en un campamento, donde el señor Bertran conocía a algunas personas que trataban de ayudarlos, para este tiempo Andrés ya tenía doce años y al mismo tiempo el señor Bertran estaba tratando de tramitar unos papeles para poder ingresar a México, sin que se dieran cuenta de que, por así decirlo, eran prófugos de la Guerra Civil de España y trataban de escapar de ello. Estos trámites duraron un año ya que no era tan fácil que se los dieran, pero finalmente los obtuvieron. Transcurría el año de 1942 y finalmente lograron su objetivo, llegando al puerto de Veracruz, México. Ahí Nuria y Andrés tuvieron que cambiarse el apellido, de Mestres a Bertran y hacerse pasar como los hijos del señor Bertran para poder ingresar a México. Viven en Veracruz unos cuantos meses en una pequeña casa y deciden tomar la decisión de trasladarse a la Ciudad de México para tener una mejor vida, la cual siempre quisieron. Ya en la Ciudad de México, la madre de Andrés y el capitán Bertran, ponen un restaurante muy famoso llamado, Belinhausen, donde su madre cocinaba y les iba bastante bien. Al cumplir diez y ocho, Andrés, empieza trabajar en una constructora, en donde pasa por muchos puestos hasta llegar a ser un reconocido ingeniero. El construye gran parte de los hospitales IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social). En los años cincuenta, Andrés recibe una oferta de trabajo en Acapulco y decide aceptarla. En Acapulco conoce a Hilda Lombardo, ella se encontraba de vacaciones, juntos empiezan un noviazgo y Andrés decide regresar a la Ciudad de México, donde finalmente después de un tiempo de ser novios, él le propone matrimonio y se casan. Después de varios años, Andrés decide tratar de encontrar a su padre, Enrique Mestres, al que no lo había vuelto a ver desde ese día en que los Franquistas se lo llevaron y los separaron. Al fin después de años de búsqueda, logra saber en donde se encontraba su padre y vuelve a tener contacto con él. Ya que el padre de Andrés se encontraba en España, él y su esposa, Hilda, viajan a visitarlo. Andrés le pide y le ruega a su padre que regrese con él a México, pero su salud y su edad se lo impiden. Pasan varios años y sus hijos crecen, formando cada uno su propia familia, las cuales están muy unidas y cada una de las familias se llevan muy bien. Andrés está en contacto con sus hijos y nietos y cada que pueden se ven. Hoy en día Andrés vive en la Ciudad de México con su esposa Hilda, con la que ya lleva cincuenta y tres años de casados, feliz y tranquilo. Lo que él nos enseña es que nunca hay que darse por vencidos y seguir adelante hasta conseguir lo que queramos, así como el que a pesar de todo lo que vivió nunca se dio por vencido hasta lograr lo que quería.

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